Cuando Rebelión publicaba, el pasado miércoles, la primera parte de esta charla (*) con el activista saharaui Brahim Noumria habían pasado pocos días del inicio de una nueva huelga de hambre por parte de los presos políticos saharauis en las cárceles marroquíes. Uno de ellos, Louali Amidán, se encontraba en una situación crítica debido a las secuelas de huelgas anteriores y el propio Noumria había escrito una carta, dirigida a las organizaciones internacionales de DDHH pidiendo que insistieran en la presión al Gobierno de Marruecos de cara a abrir el diálogo con los presos y poner fin a esa huelga.
Desde su perspectiva, “cuando las dificultades se multiplican, y las puertas se cierran, uno acude incluso a opciones que le parecen de por sí imposibles. Si escribí esa carta para las ONGs internacionales fue porque conozco bien la situación de ese joven de 23 años, que fue operado durante la huelga de hambre de 51 días del 2005 y, además, porque aunque cualquiera de los activistas saharauis saben que el coste de la militancia es alto, yo también sé lo duro y difícil que es pasar por esa experiencia. De todos modos, y con respecto a los presos políticos, creo que debíamos pensar en hacer algo duradero; porque no es posible que cada vez que se libere a un grupo se paren las acciones de protesta sabiendo de antemano que otros van a ser detenidos y que habrá que empezar de nuevo en días o, quizás en semanas. La lógica nos obliga a formar, ya, una red que se ocupe de los represaliados por asuntos políticos. Desde mi punto de vista, si nos adelantamos a lo que sabemos que va a ocurrir, conservaremos más tiempo la energía de la lucha y le daremos mayor continuidad”.
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Besos y Sahara Libre
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